"We have the responsibility to be mothers of nature and not consider it as unlimited but as an entity that now claims love"

 

Ceo-activismo: liderar para resolver problemas

 

 

El Ceo-activismo debe proyectarse como una palanca poderosa para el nuevo liderazgo. Una nueva forma de liderar organizaciones empresariales que debe cimentar el camino para que los líderes del futuro construyan el nuevo paradigma. La sociedad reclama liderazgos coherentes y consecuentes con los grandes problemas que debemos afrontar como unidad global.

 

Según el informe CEO Activism: Inside Comms & Marketing, para el 67% de los profesionales de marketing de Reino Unido, EEUU y China, el Ceo-activismo tiene un impacto positivo para la reputación de la marca. Entonces ¿para estos profesionales el Ceo-activismo es cuestión de estrategia corporativa? Profundicemos.

 

En 1.987 la firma del Protocolo de Montreal, supuso un hito en la historia de la humanidad, un ejemplo de cómo se debe liderar para afrontar problemas amenazantes tomando decisiones drásticas e importantes para el beneficio colectivo. Previamente a la firma, durante quince años, la comunidad científica estuvo alertando del peligro que suponían los aerosoles -concretamente los gases CFC- para la capa de ozono.

 

Había evidencia científica de que a causa de estos gases se estaba creando un agujero en la capa a un ritmo alarmante. Los científicos Mario Molina y Sherwood Rowland fueron quienes descubrieron el problema. Trabajaron durante años en investigar y, posteriormente, en advertir del peligro que nos acechaba. A pesar de sus avisos, los negacionistas del momento impedían cualquier acuerdo o avance para frenar la producción de estos gases. Grandes intereses económicos estaban en juego.

 

No fue hasta la llegada de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, como mandatarios de sus países, cuando realmente se tomó consciencia de estas advertencias. Especialmente Margaret Thatcher, Licenciada en Ciencias Químicas, comprendió rápidamente lo que estaba en juego. Ambos antepusieron los intereses del planeta y de la humanidad a los económicos promoviendo la firma del protocolo entre 46 países.

 

La responsabilidad de estos dos líderes demostró que sí se pueden alcanzar acuerdos globales, en base a las recomendaciones y evidencias científicas.

 

¿Debemos considerar a estos dos líderes Presi-activistas? Seguramente no, pero en aquel momento fueron guardianes del planeta. Gracias a la firma de este tratado, 35 años después, el problema del agujero de ozono ha podido solucionarse.

 

¿Este acuerdo puede considerarse cómo una estrategia de reputación? Claramente no, fue la solución para un gran problema y ejemplo de liderazgo comprometido, al margen de ideologías e intereses económicos.

 

Los problemas reales que tienen la sociedad o el planeta nunca pueden presentarse en un consejo de administración como una estrategia para mejorar la reputación corporativa sino como una obligación para abordar con determinación la solución a esos problemas.

 

El Ceo-activismo debe entenderse como un compromiso real, corporativo e individual, para poner en marcha todas las acciones necesarias para solucionar problemas globales, locales e internos, impulsando sociedades equilibradas en entornos sostenibles. No confundamos activismo con estrategia, ni compromiso con reputación, ni acción con postureo.

 

Tim Cook de Apple, comprometido con el movimiento LGTBI, Michael Bloomberg activista en la lucha contra el cambio climático, Howard Schultz de Starbucks, contrario a las políticas migratorias en la era Trump o Bill Gates con su fundación Bill & Melinda Gates, son considerados pioneros del Ceo-activismo a nivel mundial.

 

En España, Jaime de Jaraíz, CEO de LG España, promotor del movimiento Smart GreenAna Botín, Presidenta de BSCH, considerada la octava mujer más poderosa del mundo, defiende medidas contra el cambio climático y sus posturas feministas son públicas; Juan Alonso de Lomas, Presidente de L'Oréal España, comprometido en garantizar que sus actividades respecten los limites planetarios, ha puesto en marcha el programa  de sostenibilidad “L’Oréal For The Future, Porque Nuestro Planeta lo Vale”o Raúl Grijalba, Presidente de Forética, organización referente en sostenibilidad y responsabilidad social empresarial en España, son algunos ejemplos de líderes que quieren guiar a sus organizaciones hacia nuevos horizontes.

 

Pero no solo los CEO de las grandes corporaciones son protagonistas, los auténticos Ceo-activistas, son los silenciosos. Aquellos que trabajan día a día en crear soluciones para erradicar los efectos de la actividad industrial en el cambio climático o para desarraigar la desigualdad social. Los héroes. 

 

Destacamos a Javier Goyoneche, CEO de EcoAlf, línea textil cuyos materiales son 100% ecológicos gracias a su proyecto Upcycling the Oceans para limpiar el mar Mediterráneo de residuos para después reciclarlos y fabricar sus tejidos o Juan Carlos Sesma, CEO de la startup CO2 Revolution, que con sus semillas inteligentes y con la ayuda de drones son capaces de reforestar grandes superficies en poco tiempo.

 

En esta misma línea en el plano internacional, aún no siendo CEO de una organización empresarial, queremos nombrar a Thomas Crowther, director de Crowther Lab, laboratorio que depende de la Escuela Politécnica de Zurich. Este joven científico, especializado en ecología de ecosistemas, ha descubierto, junto a su equipo, que en la tierra hay espacio para plantar 1,2 billones de árboles nuevos, una superficie equivalente a toda América del Norte. Asombroso y motivador descubrimiento. Un claro referente de la lucha contra el cambio climático dentro de la comunidad científica.

 

Todos ellos nos muestran la hoja de ruta que debemos trazar para combatir el cambio climático.

 

Extrapolemos la esencia del Protocolo de Montreal a nuestros días para solucionar este problema. La clase política parece haber tomado consciencia del problema y el Ceo-activismo debe dar un paso al frente posicionándose con integridad, contundencia y responsabilidad siendo altavoz de sus organizaciones.

 

La comunidad científica nos alerta, igual que lo hizo hace 50 años, del peligro que corremos de llegar a un punto de no retorno.  

 

"Con el cambio climático correr el riesgo de no llegar a tiempo sería totalmente inaceptable, sería muy irracional ignorarlo pudiendo solucionarlo de forma positiva"

 

Mario Molina

Premio Nobel de Química en 1995, junto a su compañero Frank Sherwood Rowland

 

 

Necesitamos líderes valientes, quizás tengamos que llamar a un vaquero y a una dama de hierro.

 

 

¿Nos habéis llamado?

 

 

Neri Oxman. MIT